OBSTÁCULOS
Un rey puso una gran roca en medio del camino, obstaculizando el paso. Luego se escondió para ver si alguien la retiraba.
Los comerciantes más adinerados del reino y algunos cortesanos que pasaron simplemente rodearon la roca. Muchos culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para retirar el obstáculo.
Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. La dejó en el piso y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, lo logró. Mientras recogía su carga, encontró una cartera en el piso, justo donde había estado la roca. Contenía muchas monedas de oro y una nota del rey, indicando que esa era la recompensa para quien despejara el camino.
El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron.
Cada obstáculo presenta una, oportunidad para mejorar la propia condición.
¡Si alguna vez cae., levántese y siga adelante!
¡Si alguna vez cae., levántese y siga adelante!
MATAR LA CREATIVIDAD
La creatividad, madre de la innovación., es una cualidad escasa que se apoya en el lóbulo derecho del cerebro, donde están la intuición, el arte y la inspiración. Sin embargo, los creativos tienen que luchar permanentemente con los pragmáticos, los "lógicos"., los que tienen la experiencia. Estas son algunas de las frases que se oyen cuando los creativos disparan su chispa.
* "No sueñes".
* "Ni lo sueñes".
* "No tenemos tiempo".
* "El costo es muy alto".
* "No es problema suyo".
* "Es demasiado trabajo".
* "¡Oh no, esa idea otra vez, no!"
* "El argumento es válido, pero..."
* "Buena idea, pero no es factible".
* "Deja de volar por las nubes y baja a la tierra".
* "La gerencia va a tener problemas con esto".
* "Por el momento, dejemos esa idea de lado".
* "Están acostumbrados a otra cosa".
* "¿De dónde sacaste semejante idea?"
* "Exigiría un esfuerzo muy grande".
* "Hasta ahora nos ha ido bien sin eso".
* "Siempre lo hemos hecho así".
* "Se adelanta a su tiempo".
* "No fue presupuestado".
* "Es demasiado radical".
* "Quédese en su lugar".
* "Se reirán de nosotros".
* "No muevan el bote".
* "No van a aceptarlo".
* "No se ha hecho nunca".
* "No va a funcionar".
* "¡Otra vez los jóvenes!"
* "No es rentable".
DAR Y PERDER LA VIDA
Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un hospital de Stanford, conocí a una niñita llamada Liz, que sufría de una extraña enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla.
El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a darle su sangre. Yo lo vi dudar por un momento antes de tomar un gran suspiro y decir: "Sí, lo haré si eso salva a Liz".
Mientras la transfusión se hacía, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, muy sonriente, mientras nosotros los asistíamos y veíamos regresar el color a las mejillas de la niña. De pronto el pequeño se puso pálido y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa: "A qué hora empezaré a morir?"
No había comprendido al doctor: pensaba que tendría que darle toda su sangre a su hermana. Y aun así había aceptado.
Da todo por quienes amas. Ama como nunca lo has hecho.
No desprecies la amistad de tus amigos.
Vive cada día con fe, amor y paz.
FORTUNAS DEL CAMPO
Cierta vez un acaudalado padre de familia llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que este viera cuan pobres eran ciertas personas y comprendiera el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos. Estuvieron un día y una noche en la granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje, ya de regreso en casa, le preguntó a su hijo:
—¿Qué te pareció el viaje?
—¡Muy bonito, papá!
—¿Viste qué tan pobre y necesitada puede ser la gente?
—Sí.
—¿Y qué aprendiste?
—Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina de veinticinco metros, ellos un riachuelo sin fin. Nosotros tenemos lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta el muro de la casa, el de ellos hasta el horizonte. Especialmente, papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y mi mamá deben trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo. El padre se quedó mudo y el niño agregó: —Gracias, papá, por enseñarme lo ricos que podríamos llegar a ser.
AUXILIO EN
Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afroamericana de edad avanzada estaba parada en el borde de una autopista de Alabama bajo una fuerte tormenta. Su automóvil se había descompuesto y necesitaba desesperadamente que alguien la llevara. Empapada, decidió hacerle señas al próximo carro que pasara. A pesar de ser una época de agudos conflictos raciales, un joven blanco se detuvo a ayudarla, la llevó a un lugar seguro y la puso en un taxi. La señora, que parecía bastante apurada, anotó la dirección del joven, le agradeció y se fue.
Siete días después, tocaron a la puerta de la casa del joven. Para su sorpresa, era un paquete a su nombre: un televisor de pantalla gigante con una nota que decía:
"Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia anegó no sólo mi ropa sino mi espíritu. Entonces apareció usted. Gracias a usted, pude llegar al lado de la cama de mi marido agonizante, justo antes de que muriera. Dios lo bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente.
No esperes nada, a cambio y lo recibirás.
RECUERDA A QUIENES SIRVES
En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en un establecimiento y se sentó en una mesa. La mesera puso un vaso de agua enfrente de él.
—¿Cuánto cuesta un helado con chocolate y maní? —preguntó el niño.
—Cincuenta centavos —respondió la mujer.
El niño sacó la mano del bolsillo y examinó las monedas.
—¿Cuánto cuesta un helado solo? —volvió a preguntar. Algunas personas esperaban mesa y la camarera ya estaba un poco impaciente.
—Veinticinco centavos —dijo bruscamente.
El niño volvió a contar las monedas.
—Quiero el helado solo —dijo.
La mesera le trajo el helado, puso la cuenta en la mesa y se retiró. El niño terminó el helado, pagó en la caja y salió. Cuando la mesera volvió a limpiar la mesa, le costó tragar saliva al ver que allí, en el plato vacío, había veinticinco centavos: su propina.
Jamás juzgues a alguien antes de saber por qué.
EL ÁGUILA QUE NUNCA FUE
Un guerrero indio encontró un huevo de águila en el tope de una montaña, y lo puso junto con los huevos que iban a ser empollados por una gallina. Cuando el tiempo llegó, los pollitos salieron del cascarón, y el aguilucho también. Después de un tiempo, aprendió a cacarear al escarbar la tierra, a buscar lombrices y a subir a las ramas más bajas de los árboles, exactamente como todas las gallinas. Su vida transcurrió en la conciencia de que era una gallina. Un día, ya vieja, el águila estaba mirando hacia arriba y tuvo una visión magnífica. Un pájaro majestuoso volaba en el cielo abierto como si no necesitase hacer el más mínimo esfuerzo. Impresionada, se volvió hacia la gallina más próxima y le preguntó:
—¿Qué pájaro es aquel?
La gallina miró hacia arriba y respondió:
—¡Ah! Es el águila dorada, reina de los cielos. Pero no pienses en ella: tú y yo somos de aquí abajo.
El águila no miró hacia arriba nunca más y murió en la conciencia de que era una gallina, pues así había sido tratada siempre.
¿Qué tal si trata de descubrir su águila interior?
ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA
Hubo en la carpintería una extraña asamblea; las herramientas se reunieron para arreglar sus diferencias. El martillo fue el primero en ejercer la presidencia, pero la asamblea le notificó que debía renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido, y se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo reconoció su culpa, pero pidió que fuera expulsado el tornillo: había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
El tornillo aceptó su retiro, pero a su vez pidió la expulsión de la lija: era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
La lija estuvo de acuerdo, con la condición de que fuera expulsado el metro, pues se la pasaba midiendo a los demás, como si él fuera perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizando alternativamente el martillo, la lija, el metro y el tornillo.
Al final, el trozo de madera se había convertido en un lindo mueble.
Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la asamblea reanudó la deliberación. Dijo el serrucho: "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestras flaquezas, y concentrémonos en nuestras virtudes". La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba solidez, la lija limaba asperezas y el metro era preciso y exacto. Se sintieron como un equipo capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias pasaron a segundo plano.
Cuando el personal de un equipo de trabajo suele buscar defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, florecen los mejores logros. Es fácil encontrar defectos —cualquier necio puede hacerlo—, pero encontrar cualidades es una labor par a los espíritus superiores que son capaces de inspirar el éxito de los demás.
RETRATO DE UN PERSEVERANTE
La historia dice que este hombre fracasó en los negocios y cayó en bancarrota en 1831. Fue derrotado para la Legislatura de 1832. Su prometida murió en 1835. Sufrió un colapso nervioso en 1836. Fue vencido en las elecciones de 1836 y en las parlamentarias de 1843,1846, 1848 y 1855. No tuvo éxito en su aspiración a la Vicepresidencia en 1856, y en 1858 fue derrotado en las elecciones para el Senado.
Este hombre obstinado fue Abraham Lincoln, elegido presidente de Estados Unidos en 1860.
La lección es muy sencilla: sólo se fracasa cuando se deja de intentar.
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