martes, 11 de mayo de 2010
Objeciones a las semillas de chía
Los estudios no justifican ni el uso ni la publicidad sobre sus propiedades para perder peso
El supuesto potencial para ayudar a perder peso y bajar el colesterol son los dos mensajes más publicitados acerca de las semillas de chía. Sin embargo, ni científicos ni tecnólogos de alimentos tienen un conocimiento exhaustivo de su composición química ni de que las propiedades saludables que menciona sean tales. Las semillas de chía se venden cada vez más en herbolarios y tiendas especializadas como un "superalimento", del cual se conoce poco en nuestro país, pero al que se atribuyen propiedades excepcionales para la salud. Los estudios son escasos, aunque las perspectivas prometedoras sobre la calidad de sus ácidos grasos omega 3 propician que se piense en ellas como un futuro alimento o complemento dietético cardiosaludable.
Las semillas de chía (Salvia hispánica) llegan al mercado con una llamativa carta de presentación: un alimento exótico al que se atribuyen cualidades nutricionales y terapéuticas excepcionales de las que se benefician desde hace años quienes viven en el lugar donde es originaria la planta. Estas semillas tienen una larga historia entre los pueblos indígenas del centro y del sur de América. Han sido el alimento base de la dieta precolombina de la civilización azteca.
Beneficios en letargo
Los pocos estudios que han analizado la composición nutricional de estas semillas y del aceite extraído de ellas se han centrado en algunos de sus componentes, como los ácidos grasos omega 3 y, en particular, el alfa-linolénico, además de analizar su contenido en fitosteroles y compuestos antioxidantes. El beta-sitosterol, el fitosterol más reconocido por su capacidad para reducir los niveles plasmáticos de colesterol, es el más abundante en la planta y, junto con su contenido en ácidos grasos omega-3, explica que se destaque su capacidad para reducir el colesterol. Algunos laboratorios y empresas de alimentación y distribución se han hecho eco de esta prometedora composición química y estudian la fórmula para reivindicar su valor como alimento funcional para reducir el riesgo cardiovascular, entre otros beneficios potenciales.
Los estudios en humanos que han analizado el alimento son escasos en comparación con la gran publicidad que se le da
No obstante, la revisión más actual y completa llega de manos de investigadores del Natural Standard Research Collaboration (Somerville, Estados Unidos). En un estudio, publicado en septiembre de 2009, recogen las opiniones de expertos que analizan los supuestos mecanismos de acción saludables de estas semillas o de su aceite, las dosis terapéuticas, así como sus efectos adversos.
La conclusión a la que llegaron es que son escasos los estudios en humanos que han analizado el alimento, en comparación con la gran publicidad que se le da. Tan sólo dos estudios clínicos han examinado los efectos de las semillas de chía en la enfermedad cardiovascular (ECV). Uno de ellos demostró en animales de experimentación beneficios para algunos de los factores de riesgo como la hiperlipidemia, la hipertensión y la vasodilatación. Sin embargo, en el otro, dirigido por el Departamento de Salud, Ocio y Ciencias del Ejercicio de
Más reciente es el ensayo aleatorizado doble ciego controlado con placebo del Clinical Nutrition and Risk Factor Modification Centre (Toronto, Canada), aunque con una muestra muy pequeña (tan sólo 11 pacientes), en el que, tras el consumo de pan blanco enriquecido con semillas de chía en distinta proporción (7, 15 ó 24 gramos por 100 g), se confirma una mayor sensación de saciedad. No obstante, este dato no justifica ni el uso ni la publicidad que se hace de las semillas de chía como alimento que ayuda en la pérdida de peso.
Complemento para la alimentación animal
Las semillas de chía también se han estudiado como ingrediente para la alimentación animal. Se han realizado experimentos con gallinas y con cerdos en los que se ha comprobado que tanto los huevos como la carne mejoran el perfil de lípidos tras la adición de estas semillas a la alimentación animal. Se reduce el contenido de ácidos grasos saturados a favor de un aumento de los ácidos grasos insaturados, más saludables. Este aspecto puede tenerlo en cuenta la industria ganadera para la reformulación de los piensos animales con el fin de mejorar la densidad de nutrientes de los alimentos de origen animal y, por ende, la calidad nutricional de la carne.
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